¡Ay! Ya lo sé. Y no crean, no les falta razón. Lo que ocurre es
que la época de exámenes es así. Es así de acaparadora y de traicionera. Y tan
celosa. Tan celosa como esos novios pasados de los que todo el mundo tuvo -todo el mundo menos yo, dicho sea de paso-. Eso y que el derecho no da tregua. No da tregua ni de noche
ni de día.
Poco que contar. Nada más –y nada menos- que mal tiempo por
aquí... ¡uy, que digo! ¿Mal tiempo? Invierno queridos, INVIERNO. Un invierno
que más parece un novio pasado de esos que no quiere desaparecer de tu vida -de
este si, señores, de estos si-. Entre este invierno pesado que no quiere cortar
y que ayer me comí a besos a la peque de la casa y lo único que me dio a cambio
fue un resfriado, estoy más que entretenida. También contarles que tenemos nuevos
vecinos por aquí. Un par de conejitos que se alojan en el jardín y que no
tienen pinta de ser de fiar. Uno hace ruiditos al comer. Y el otro solo come
flores. Me dirán que no es sospechoso.
Sospechoso.
Esto me recuerda algo que ocurrió en casa (Madrid) hace unos
años. A vosotras* os he contado esta historieta ya unas cuantas veces. Espero
que me perdonéis por contarla una vez más, pero es que hay gente nueva por
aquí.
Intentare ser lo más fiel posible a los hechos. Aunque no prometo nada, fue hace ya bastante. Estén
atentos a los comentarios por si alguno de mis hermanos quiere añadir datos o hacer alguna aclaración.
Resulta que mi hermana, cuando cumplió 8 años, se empeño en
que por su cumpleaños quería un conejito. Obviamente, no podía ser un conejillo
cualquiera. Ella necesitaba un conejo, según nos dijo, que fuera Toy. ¿Toy? ¿Pero y que diantre significa eso?
(Me imagino que diría mi madre) Un conejo
Toy, es un conejo enano, es decir de los que no crecen. Siempre son pequeñitos.
(Me imagino que diría mi hermana). Mis hermanos y yo no tardamos en reaccionar y
dar nuestro veredicto a semejante cuestión:
P: Pobre Conejo, lo va
a pasar mal en una jaula todo el día encerrado. Además C. no es lo
suficientemente responsable como para cuidarlo.
G. ¡Pues yo prefiero
un perro!
NoéAmeLepliage: Huelen
mal. NI HABLAR.
¿Y que creen que pasó? Creen bien. Fuimos ignorados rotundamente
por mis padres, y finalmente un minúsculo conejo blanco de ojos azul intenso,
paso de vivir en un escaparate a vivir en nuestra casa.
Lo cierto, es que el maldito conejo, nos fue ganando uno a
uno.
La primera que sucumbió a sus encantos fue mi madre, ¡Claro
con esos ojos azules! –Fíjense si sucumbió que un día la pille en el jardín
acunándolo entre sus brazos (Me van conociendo, así que la cara que puse se
sobreentiende ¿Verdad? Aún hoy, estoy recuperándome del susto)- El siguiente
que cayó en sus redes fue mi padre. ¡Mi padre! Supe que algo no marchaba bien,
el día que me dijo que había comprado una correa para pasear al conejo (¿¿¿Una
correa??? ¿¿¿Para el conejo??? ¿¡Quién eres tú y que has hecho con mi padre!?).
Lo de mis hermanos fue distinto. El mayor se auto declaró su abogado y cada vez
que la jaula necesitaba una limpieza o el agua se le acababa al conejo, montaba
un juicio y a ver quien se movía. Menudas coartadas había que inventarse. Al
pequeño no le costo acostumbrarse al bicho. No era un perro, pero algo era
algo. Mientras esto sucedía en frente de mis narices, yo comenzaba a pensar en
la posibilidad de que el conejo fuera mas listo de lo que parecía, y quisiera
echarme de mi familia y ocupar mi lugar. Menos mal que no le dio tiempo.
A partir de aquí, la historia puede variar, pues la memoria
me falla. Ya digo, estén atentos a los comentarios. Por si acaso.
No le dio tiempo, porque mi hermana y mi madre hicieron un
viaje a Londres. No recuerdo dónde estaban los demás, ni porqué me quede yo con
mi padre o como fue –Lo cual también es sospechoso-. Lo que si recuerdo es que
mientras mi madre y mi hermana no estuvieran en casa, mi padre se iba a
encargar del conejo –de nuevo: ¡¡Mi Padre!!-. Mi padre es tan o más despistado
que yo, de modo que el final estaba clarísimo: A las dos semanas el conejo
abandonó el nido y puso rumbo al más allá. Vamos que murió.
Yo, por supuesto ni me enteré. Aunque tampoco creo que me
hubiera supuesto un gran trauma. Las cosas como son.
El día que llegaban mi madre y mi hermana, fuimos mi padre y
yo a recogerlas al aeropuerto. Todo iba bien, hasta que mi padre se desvió en
un cruce. ¡Papá, papá! ¡Que te has
pasado! ¡No es por aquí! Es que tengo que comprar una cosa. ¿Una cosa? ¿Qué
cosa? Una cosa, anda, no preguntes. Esta claro lo que me conoce mi padre, y
como sabe todo lo que le hubiera dicho si hubiera sabido sus malvados planes,
de modo que me dejo con la intriga todo el camino.
Al ver el cartel de la tienda, en frente de la cual mi padre
pretendía aparcar lo supe. ¿Una tienda de
animales? ¡Papá! ¿Qué pasa con Toy? ¿Ahora te preocupa Toy? Cerró la puerta
y me dejo esperando en el coche.
Al volver traía una caja.
¿Qué creen que había en la caja? Creen mal. ¿Como iba a haber un cordero*? No. En la caja había un maldito
conejo.
Papá… ¿Puedo decirte
una cosa? Si es sobre el conejo no.
Así fue como llegamos
al aeropuerto, mi padre, un conejo tremendamente sospechoso y yo. Después de
que mi padre le pusiera la correa al conejo, nos dirigimos a Llegadas. Ni falta
que hace mencionar como nos miraba la gente. O como miraban a mi padre más bien
-¡Mi padre paseando un conejo por el aeropuerto! No es de esa clase de padre a la que
le pega hacer esas cosas… Créanme- Les aseguro que hacían una pareja muy variopinta. Casi tanto como esta. Casi tanto.
Por
fin, salieron por la puerta de llegadas mi madre y mi hermana. Besos y abrazos
obligatorios. Tras esto, la pregunta mas normal hubiera sido ¿Qué hacéis con un
maldito conejo en el aeropuerto?… Pero no… Mi hermana tenía otras dudas…
¿Papá? ¿Y este conejo? Hija, es tu conejo, Toy. ¿Toy? Pero,
pero… si Toy era blanco, y este… bueno este… es gris oscuro. Hija, ya sabes,
los conejos se hacen mayores. Es ley de vida.
¿Mayores? Papá… tiene 4 meses… Ya, ya pero los conejos viven poco... Papá,
¿y como explicas que este tan grande? Hija, es normal han pasado unas semanas,
ha crecido… Papá es de una raza enana, e-na-na, no pueden crecer. Eso es lo que
dicen, pero siempre acaban creciendo… Ah… y… ¿y porque tiene los ojos negros?
Toy tenía los ojos azules… ¿Azules? ¿En serio? ¡Que va! ¡No! ¡No te fijaste
bien!...
Mientras mi padre explicaba todo esto, yo trataba de
aguantarme la risa. A mi lado, mi madre tenía cara de indignada. De indignada
de verdad. Indignada nivel: ¡¡Cuando lleguemos a casa tú (mirando a mi padre) y
yo tenemos que hablar!! Y ya se sabe como son las madres cuando se indignan. Ni
los de Sol superan eso.
Lo que no sé, es hasta que punto mi hermana se dio cuenta del cambiazo... Lo digo porque siguió llamandolo por el mismo nombre que el anterior... incluso a día de hoy...
Lo que no sé, es hasta que punto mi hermana se dio cuenta del cambiazo... Lo digo porque siguió llamandolo por el mismo nombre que el anterior... incluso a día de hoy...
¿Qué me dicen? ¿Sospechoso verdad?
¡HALA! AHORA TODO EL MUNDO...¡A LA CAMA!
*Caja de mi amigo El Principito. Ya saben. Dónde guardaba su cordero.
No se si es que te has olvidado de muchas cosas, o es una licencia poetica, pero has mezclado y liado la historia de 3 conejos como te ha dado la gana. En caso primero, deja derecho por algo que no requiera buena memoria.
ResponderEliminarPerdon: de 4 conejos, nada mas y nada menos.
Eliminar¡¡Nada mas y nada menos que 4 conejos!! ¿¿¡en mi propia casa y yo sin enterarme!?? Definitivamente lo mío es grave...
EliminarJAJAJAJAJJAJAJAAJ BUEEEEENIISIMO!!!!!!! Yo quiero ver a tu padre pasear al conejo!
ResponderEliminarRR
Jajajajajajaja es la mejor historia del mundo. No he parado de reír jajaja
ResponderEliminarSimplemente genial. No puedo superar a tu padre y su correo para pasear al conejo. Porque yo tuve un conejo enano, y mi padre compro una correa. Igual, para pasearlo jajaaja
Me paso lo mismo que a tu hermana muchas veces. Porque yo era la amante de los conejillos.
Saludos Ana!!
Mariana.
Demasiado genial. Queremos oír más historias de éstas, aunque te falle la memoria y los datos no sean precisos del todo!!!
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